viernes, 26 de septiembre de 2008

Turnos épicos

¿Quién no ha vivido un turno de aquellos que, por muy difíciles que sean, no los goza en su interior? Me refiero a cuando se carga con circunstancias ajenas a nuestra voluntad y dominio, y éstas hacen difícil llevar el anda sobre nuestros hombros. Ejemplos, son la lluvia inoportuna y pertinaz, el cargar en calles con sensible inclinación, llevar el anda y tener que hacer virajes muy complicados por lo estrecho de la calle, y otras circunstancias parecidas.
El recuerdo de esos turnos, perduran más que el recuerdo de otros llevados con notable facilidad. Por ello he dado en llamarlos los turnos épicos. Muy pocas veces he vivido turnos así. El último turno épico, fue un domingo, en época reciente, bajo una lluvia estrepitosa que inmisericorde barrió alfombras, no obstante que fuera agua del cielo. Además de la tremenda precipitación pluvial, el turno era en un trayecto ascendente que afecta considerablemente el avance del mueble procesional.
Hoy oí en una radioemisora, que bajo cada túnica hay una historia diferente. Afirmación muy atinada y certera, sin lugar a dudas.
Aunque en las largas filas de penitentes que se pueden apreciar en cada Semana Santa, todos nos veamos casi iguales por la indumentaria que nos caracteriza, cada uno está presente en las filas por alguna razón. Igual o divergente no lo sé, pero están.
Y así, en cada procesión se han vivido con turnos épicos. Como la salida del Calvario, en Segundo Domingo o Viernes Santo, la entrada de Sábado del Consuelo, cuando la lluvia obligó al cortejo a reducir su trayecto, la Salida de un Santo Entierro bajo una extraordinaria lluvia, un Viernes Santo de año reciente, que por alguna razón, se precipitó a las 3 de la tarde (vaya coincidencia). O cuando un Domingo de Ramos, el anda comenzó a incendiarse durante el recorrido.
Turnos épicos habrán que desconozco, ciertamente. Pero no puedo hacer menos que dar un pequeño homenaje a todos aquellos cucuruchos anónimos, que prefirieron soportar inclemencias o incomodidades a "soltar el anda", con una frase genial y única, característica del cucurucho:
"Vamos Señores..."