jueves, 3 de julio de 2008

El anda solitaria...

Un día de éstos, tuve la oportunidad de observar y ser parte de un traslado muy particular. No fue de la bodega a la iglesia, o viceversa. No, esta vez el anda dejaba su descanso posterior a la Semana Santa y es llevada a un taller de restauración, por las calles, cual si fuera una procesión.
¿Curioso, no? Y sí... Sucedió, y participé en ese traslado.
El mueble procesional (perteneciente a una Dolorosa, por cierto) fue sacado en una base especial rodante, llevada por algunas personas y fue movilizado por calles pertenecientes al barrio cercano a su templo, donde se ubica el taller.
Naturalmente, ante algo tan insólito, la gente que nos veía pasar, mostró una reacción de sorpresa, porque no es tan común ver a un anda recorriendo las calles.
Regularmente, en torno a una procesión (y por tal razón, a un anda), se hace una especie de fiesta: existe presencia masiva de personas en los templos, en las afueras de los mismos hay ventas, el movimiento vehicular se complica, etc. Pero esta vez no. El anda fue extraída de la bodega sobre su base rodante, y fue llevada por las calles y avenidas de su barrio.
¿Que sentí al ver el mueble vacío?, debí preguntarme al ver ese traslado tan particular.
Nostalgia, porque no ves a la imagen de tu devoción sobre su trono procesional y añoras las cortas y felices horas en que lo (o la) acompañas en su lento caminar, cada año.
Asombro, porque acostumbras ver el anda con adornos y nunca la habías visto vacía.
Es raro ver un anda en ese estado, no todos tienen la oportunidad de verla así, y cuando lo logras, una sensación inexplicable te invade, al punto de no saber que decir.
Y así, cuando la ves, al haberla dejado ya en el taller donde la restaurarán, o como habrán visto algunos, en una bodega de alguna hermandad, con la puerta entreabierta, en algún templo, lo único que puedes hacer, es pedirle a "tu Jesús", que te preste la vida para llegar a otro año, y, en una esquina cualquiera, esperes la llegada de un turno más a cargar.